Nuestras
experiencias de vida nos van mostrando quién es quién, en lo personal he
aprendido que la amistad y la lealtad se reduce a un círculo pequeño de personas, pues no todos los que te sonríen y te acompañan son tus amigos.
En los entornos
laborables nos podemos encontrar con personas afines a nosotros, y esto no es
indicativo de que exista una amistad o lazo afectivo con esa persona, aunque en
algunos momentos la camaradería y la emocionalidad se manifiesten.
He aprendido que la lealtad para algunos es circunstancial, que las personas *no todas* actúan
movidas por sus intereses personales, y, por ende, cuando esos intereses se ven
truncados por algo o alguién, ahí emana su verdadera personalidad.
A lo largo de mi
vida he sido de las que piensa que toda persona es buena e inocente hasta que
me demuestra lo contrario, he logrado establecer lazos y relaciones estables en
todos los entornos en los que me he desenvuelto sin mayores contratiempos, y
justo por eso me he dado contra la pared cuando me suceden experiencias que
ponen esa realidad frente a mi, mostrándome que a veces idealizo o no creo capaz
a las personas de hacer cosas que sí hacen.
Hay cosas que
sencillamente no encajan en mi escala de valores y definitivamente no haría,
eso me ha llevado al error de creer que los demás tampoco lo harían cuando la
realidad es que sí, cuando esto pasa muy seguido se corre el riesgo de perder
la confianza en la gente por eso emocionalmente tenemos que estar preparados no para "No confiar en ninguna persona que se nos acerque" sino para saber identificar muy bien los elementos del entorno y a su vez para saber cómo reaccionar ante situaciones que ameriten nuestro control emocional, entendiendo que son cosas que pasan y que no podemos controlar.
Mi recomendación es no desbocarnos y estar ojo avizor para que los comportamientos o actitudes de los demás no nos tomen por sorpresa.
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