Mis pasiones: Amar, escribir y hornear. Mi Blog es mi mundo, mi espacio de reflexión, Mi diario personal, me dejo fluir a través de las palabras, aprendo de la cotidianidad, amo escribir y que ustedes lo lean.

jueves, 3 de marzo de 2022

Entre las etiquetas y los adjetivos

Vivimos envueltos en un  cúmulo de calificaciones, para unos somos buenos, bonitos, inteligentes, para otros insoportables, engreídos, conflintivos, tóxicos, feos, obstinados, amables, destestables, tercos, en fin, nos vestimos de etiquetas, esos esteriotipos  que otros crean para encasillarmos producto de los condicionamientos sociales a los que nos somete la modernidad.

Una etiqueta  genera prejuicios y los refuerzan y éstos a su vez influyen en las emociones y en nuestros actos.

Así como en las RRSS y medios digitales se usan las etiquetas para ubicar los temas con mayor facilidad llamados hashtag,  así mismo ocurre con las personas, comunmente se usan adjetivos calificativos o etiquetas para clasificarlas en grupos según los rasgos que le atribuimos, así como existen las listas en redes en las que colocamos a usuarios según ciertas características, así etiquetamos a las personas.

Muchas veces, de la observación de un hecho aislado sacamos conclusiones definitivas sobre algo o alguien, así le etiquetamos de egoístas, indolentes, inmaduras o cuanto señalamiento se nos ocurra porqué nos dejamos llevar por la subjetividad y caemos en la generalización, y eso nos empuja a hacer juicios sin tener bases suficientes para poder afirmar que una persona es de una forma u otra, inclusive esto va más allá de las personas, pues catalogamos situaciones por un solo hecho, por ejemplo, he visto en redes sociales a personas diciendo que un restaurante es malo porque fuimos una vez y la comida estaba fría.

Entonces, debemos tener claro que algunas personas son vulnerables a esas etiquetas, y, usándolas podríamos estar afectando su imagen o autoconcepto, y a su vez la persona no ser lo suficientemente fuerte emocionalmente como para manifestarlo entonces caen en elterreno de la depresión y el rechazo, esto sucede con las personas que tienen alguna discapacidad o característica física particular y los etiquetamos como el enano, el mocho, el vizco, y eso va minando la autoestima de la persona.

La forma en la que etiquetamos a la gente afecta nuestra percepción de esa persona, y eso incidirá en su comportamiento, porque en eso se fundamenta nuestra expectativa, en otro artículo les conversaré del efecto Pigmalión y como según nuestras expectativas podemos influir en el comportamiento del otro, sobretodo en los niños, de allí la importancia de no usar etiquetas para catalogarlos o encasillarlos por un comportamiento aislado, por ejemplo evitar decirle lentos porque hacer algúna actividad específica les toma tiempo.

Para cerrar, a propósito de mi artículo de el desafío de crear hábitos, podemos proponernos cómo hábito saludable por ejemplo una semana sin etiquetas ni para ti ni para los demás, esa será una forma de mantenerte atento a la forma en como te estás comunicando e interactuando con otras personas, podría ser una semana sin usar adjetivos calificativos negativos, y así irás evitando utilizarlos contigo y con las personas que te rodean hasta volverlo parte de tu rutina.

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