Es extraña la sensación de sentir que algo cambia dentro de ti, muchas veces funciona como ese click de encendido y apagado que te muestra el nuevo escenario en medio de la oscuridad.
Tantas veces he escuchado que madurar es mirar atrás y ver que esos cambios fueron necesarios para evolucionar, sin arrepentimientos, ni reproches, sin embargo es necesario un punto de inflexión para aceptarlos.
En ocasiones las cosas no se dan como queremos, es difícil no etiquetar cuando eso sucede, es un verdadero desafío desprenderse de las ataduras y los prejuicios porque no hemos aprendido simplemente a vivir y disfrutar el momento, nos encademos a las expectativas y el no recibir lo que imaginamos nos genera sufrimiento.
Es por ello que nos decepcionamos y no por las acciones de los demás, pues lo que sentimos es entera responsabilidad de nosotros, es un poco diferente cuando de esos hechos se generan consecuencias, algunas trascienden otras no.
El punto es saber hasta donde podemos llegar y cuanto estamos dispuestos a tolerar, de modo que esos cambios no nos tomen por sorpresa.
