Muchas veces nos negamos a creer que la vida puede cambiar en un segundo, que una decisión podría ser determinante para nuestro futuro, que sí o un no representan más que una palabra corta de dos letras. Que nuestra vida se llene de monotonía en realidad depende solo de nosotros, de quedarnos estacionados en lugares en donde ya no encontramos plenitud, por costumbre o por cansancio, pero nuestra decisión es quedarnos ahí inmovilizados. Muchas veces tímidamente nos lanzamos a eso que anhelamos vivir, pero cuando avanzamos y sentimos el cambio vamos retrocediendo, porque en el fondo no nos creemos con el derecho a vivir y sentir de una manera diferente, y la mayoría de las veces preferimos apostar a eso que no nos llena, pero nos da estabilidad. Cuando algo no funciona, no funciona, no importa cuanto lo edulcoremos o justifiquemos, es una realidad difícil de cambiar, esto no quiere decir que no sea posible, pero la mayoría de las veces tenemos que reflexionar sobre lo que llevó hasta ese punto de no retorno y sin salida. Somos expertos en sabotearnos la felicidad, preferimos huir del caos que nos ofrece regenerarnos y vivir una nueva oportunidad y por miedo o cobardía preferimos quedarnos en la comodidad del aburrimiento y la inacción, y así vamos viviendo sin vivir. Hay tanto contenido sobre vivir, disfrutar, respirar un día a la vez, que lo que les puedo decir es que lo que sea que deseen hacer con su vida HÁGANLO, los cambios que crean deban iniciar INÍCIENLOS, la vida no va a esperar por nosotros, en realidad nadie lo hará; es triste mirar atrás y vernos allí en el mismo sitio del que siempre quisimos salir, pero no nos atrevimos.
