Con el correr de los años solo basta mirarnos en retrospectiva, ver e nuestro pasado nos ayuda a entender como las circunstancias cambian y nos van transformando con ellas.
Planes, proyectos, deseos todo se va moldeando en función del matiz que va dibujando el día a día, con el agregado de nuestra visión y energía.
Muchas veces queremos que algo realmente bonito no acabe, lo cierto es que todos los ciclos tienen principio y fin, algunos se van renovando otros sencillamente se desgastan y no dan para más.
La madurez obviamente es la que determina ésto, una mente emocionalmente inmadura abre y cierra ciclos con facilidad, abre otros que no cierra y así se va generando el desequilibrio, por el contrario una mente madura y coherente entiende la necesidad de darle continuidad a las cosas, de cambiar el enfoque, el estilo de hacer las cosas antes de tomar una decisión más definitiva, y, en el caso de que fuera necesario cerrar capítulos para no caer en cínculos viciosos lo hace con serenidad y sin dramas.
Lo importante es saber que los cambios existen, que son reales y necesarios, que la vida es circunstancial, que el día a día nutre o seca las almas, las tranquiliza o las agobia, porque nada es permamente, y que algo cambie para mejor, peor o permanezca igual hasta volverse un ejercicio rutinario depende de nosotros.
Lo dijo Mercedes Sosa en su canto, todo cambia.... quienes somos nosotros para resistirnos.
Si te gusta mi contenido comparte y deja tus comentarios.
Gracias.
