Varias veces les he escrito de valor, de autovaloración, en esta oportunidad quiero conversar sobre la forma como retribuimos lo que las demás personas hacen por nosotros, esos pequeños gestos que marcan la diferencia entre unos y otros.
Muchas veces con nuestro comportamiento demostramos poco o nulo agradecimiento con esos seres humanos que nos demuestran de varias formas que somos importantes y que están dispuestos a hacer cosas por nosotros.
En repetidas ocasiones les he dicho que somos lo que hacemos y también que proyectamos en otros lo que llevamos por dentro, ésto no es una sentencia, es mi opinión, ellos a su vez hacen exactamente eso, por eso existen relaciones padres - hijos, parejas, laborales, amistosas que se vuelven tan complejas.
Procesar cada mínima cosa que nos sucede requiere de un nivel de consciencia aceptable, por eso cuando la persona no es consciente de lo que sucede a su alrededor y como otros seres humanos confabulan para que las cosas se le den, no puede ver lo que hacen por ella, esta para mi es la explicación, todo va ligado a la personalidad, si una persona es soberbio y cree que todo lo que hagan por ella es porque se lo merece, obviamente pensará que no tiene porque agradecer nada que otro haga por ella.
Hay un dicho muy repetido en torno a esto: "nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde" le complementaría con: "nadie sabe darle valor a lo que hacemos hasta que dejamos de hacerlo" por eso es precisamente cuando dejamos de hacer cosas por otros, es que advierten que lo estuvimos haciendo y por mucho tiempo lo ignoraron, muchas veces es tarde cuando nos damos o se dan cuenta que dejamos de recibir (dejaron de recibir) de parte de los demás, entendiendo justo en esos momentos de crisis que todo es reciprocidad, por lo cual el equilibrio de las cosas se basa en el dar y recibir.
Cuando las relaciones entran en desequilibrio y sientes que das más de lo que recibes es cuando se agudizan los problemas, habría que ser muy conciente para aceptar que estás dando menos, pero podría pasar, aunque generalmente sea el que entra en déficit es el que lo nota primero.
En mi vida tengo personas que siempre me van a importar y por las que no puedo dejar de hacer cosas así no me lo agradezcan, a las que prefiero matener a distancia por mi salud y equilibrio emocional, vivo experimentanto esa extraña melancolía de pensar, ¿y si las cosas fueran diferentes? me costó mucho entender que para hacer el bien a los demás primero tengo que estar bien yo, que antes de valorar a otros tenía que valorarme a mi misma, y una vez que lo logré pude entender que vale más una distancia saludable que una cercanía tóxica.
La conclusión de ésta reflexión radica en que debemos estar atentos a esos pequeños detalles que son indicativos de que diariamente hay muchas personas haciendo cosas por nosotros que nos facilitan la vida, en principio puede que no lo veamos con claridad, pero desde una persona desconocida que nos permite un asiento en un lugar público, otro que nos da una dirección si estamos perdidos, aquel sr. que amablemente nos abre la puerta, el que nos cede el puesto en una fila, el que en supermercado nos atiende con amabilidad y nos escoge las frutas más bonitas, hasta esas personas quizas no tan expresivas que hacen cosas por nosotros y nuestro bienestar, lo importante es entender que todo absolutamente todo tiene un valor, y en la medida que damos y valoramos lo que nos dan, recibiremos más.
Si te gusta el contenido, comenta tu experiencia y comparte en tus rrss.
Gracias.