No importa cuanta sordidez nos rodee, ser cristalinos como el agua es lo que nos hace diferentes, la gente turbia no lo comprende, sigamos siendo claros, leales, sinceros.
Las mentiras son innecesarias, corroen y confunden, no es verdad que es mejor una mentira que nos haga feliz a una verdad que nos amargue la vida, no existen mentiras piadosas ni blancas, solo son eso mentiras y engaños.
Y en esos casos es mejor pensar que debemos actuar con los demás como a nosotros nos gustaría que actuaran con nosotros, es sencillo y más bonito, mirar a los ojos y decir siempre la verdad.