Los seres humanos tienen la capacidad bendita de poder comunicarse, es lo que nos diferencia de otros, inclusive nos hace superiores a otras especies, nosotros no nos domina el instinto aunque lo tenemos, porque contamos con el poder razonar, este nos brinda herramientas para el análisis y el pensamiento crítico - reflexivo, por eso, con las palabras podemos construir puentes o hacerlos trizas, y, la mayoría porque me incluyo aún no sabemos utilizar correctamente ese superpoder.
Las palabras pueden ser dulces y comprensivas, pero también pueden convertirse en dardos envenenados que van directo al corazón de la persona que las recibe, ya en otras oportunidades les he comentado que la inteligencia emocional, la personalidad, la crianza, la experiencia de vida y los traumas de la infancia van ligados a esto, aun así, también es cierto que hoy en día existen muchas herramientas para sanar heridas y producir cambios reales en la vida interior de las personas, permitiendo corregir desde adentro lo que no estuvo bien desde el principio, hacerlo posible solo depende de la intención y voluntad de cambio que cada quien tenga como valor espiritual.
Ser excesivamente crítico, no reconocer lo positivo o enfocarse solo en lo negativo es lo que va alimentando esos dardos con veneno potencialmente peligroso que dentro de nosotros afinan puntería para generar heridas emocionales en las personas que las reciben.
Si bien es cierto que una persona resiliente es capaz de trabajar en esa energía y mimetizarla para no permitir que el veneno penetre en su interior y haga daño, otras aún no saben como trabajarlo, y van acumulando en su interior ese veneno que cuando se vuelve recurrente se transforma en dolor y decepción, y esto poco a poco va acabando con el amor hasta corroerlo tanto que no quede nada.
Entonces, el trabajo que debemos hacer es interno, de modo que aprendamos que nuestras palabras hablan de lo que llevamos por dentro y a su vez entendamos que aunque no estemos dispuestos a recibir el veneno que los demás transmiten en las suyas, también tenemos el derecho de decir esto no es lo que quiero, me permito alejarme de gente que no me suma, que me critica, que me reprocha, que no me valora, que no contribuye con mi paz, porque somos los únicos capaces de parar o seguir permitiéndolo.
La resiliencia no es sinónimo de aguantar infinitamente, debemos tener límites y hacerle entender a la persona que usa sus palabras para inyectar veneno que no estamos dispuestos a tolerarlas más.
De la abundancia del corazón habla la boca, y entenderlo nos reconcilia con el entorno, por supuesto debo comentarles que cada quien desde su cosmovisión podría no aceptar que está equivocado, porque para cada persona su verdad es la que vale, incluso podríamos encontrarnos con personas que hacen y luego nos acusan por reaccionar, es un tema tremendamente complejo de internalizar y aceptar, los seres humanos somos complejos y no estamos preparados para aceptar que erramos, yo aún no logro entender mucho la ley del espejo, de hecho con respecto al tema tengo mis reservas, cuando logre comprenderlo les escribiré sobre eso, porque a veces nos encontramos con seres que distan mucho de nuestra naturaleza y su comportamiento o proyección en nosotros no es exactamente lo que nosotros somos, tal vez sí sea algo que internamente necesitamos trabajar o aprender, pero no que nosotros somos lo que ellos son.
En fin, lo importante de esta reflexión es comprender y aceptar que en la medida que nuestras palabras sean empáticas y estén llenas de comprensión construirán puentes y generarán en el otro ganas de seguir ahí, si por el contrario solo destilan veneno, estaremos dinamitando la conexión, y nos iremos alejando emocionalmente de eso que nos intoxica, porque nadie emocionalmente sano quiere estar cerca del veneno tóxico de algunas personas.
Para cerrar mi reflexión, te invito a revisar si tus palabras son semillas o son dardos envenenados y a corregir lo que sea necesario para cambiarlas o mejorarlas.
Gracias mil por llegar hasta aquí, si te gusta el contenido comparte y comenta.