Aprendimos a vivir callados, y así nos fuimos inundando de silencios, tragándonos las palabras que queríamos decir porque mejor era no hacerlo.
Nos enseñaron que era mejor no expresar abiertamente nuestros deseos, pensamientos y sentimientos, hasta hacernos sentir incomprendidos.
Nos dijeron a nosotras la mujeres que ser espóntaneas y sinceras no era tan bueno, porque alguien podría pensar mal.
Nos criaron llenas de barreras y tabues sobre la vida y el amor.
A las mujeres sobretodo nos hicieron creer que hay emociones que no podíamos exteriorizar si queríamos ser "serias", como que si ser seria es vivir llenas de inhibiciones.
Así nos criaron, y así muchas hemos repetido patrones criando, yo todavía me sorprendo cuando mi hija de nueve años me responde con argumentos que me llevan la contraria, pero en silencio reflexiono que es mejor que sea así, porque yo crecí callando.
En ninguna parte está escrito que no debemos permitirnos algunas libertades, porque ahí justo fue dónde empezaron a crecer las brechas entre los hombres y las mujeres, esas mismas que hoy en día han estado tratando de combatir las feministas y de mantener los defensores del patriarcado.
Fuimos llenándonos de prejuicios y etiquetas, y fueron apareciendo los que se creen con derecho a juzgar nuestro comportamiento, solo porque ellos lo harían diferente.
Lo cierto del caso es que los seres humanos somos almas libres, y debemos actuar y sentir como tal, esa es la única manera de vivir, sentir y amar sin ataduras.
Comencemos por respirar y darnos cuenta que el único oxígeno que necesitan nuestros pulmones para mantenernos vivos es ese que solo nosotros mismos podemos inhalar, así que nuestra vida y forma de vivir también es nuestra única responsabilidad.
Estoy segura que el día que comencemos a vivir por y para nosotros sin preocuparnos mucho por lo que otros piensen las cosas empezarán a cambiar, habremos dado el primer paso para liberarnos de esas ataduras mentales que en muchos casos no nos dejan avanzar porque nos somenten a unas normas y a una moral políticamente correcta que cuando te atreves a transgredirla te conviertes en el victimario en la película de alguien más.
Las personas correctas son las que te ayudan a ser libre, las que te impulsan y te quitan la venda de los ojos y el miedo, mostrándote que existe una realidad diferente, no las que te someten según sus prejuicios e imposiciones.
Vive tu vida sin que te importe lo que piensen o digan los demás, total es la única que tienes y tú eres el dueño.