Bien dice el dicho que toda historia tiene dos versiones, y cada quien la interpreta y la cuenta desde su herida y conveniencia.
Hay personas capaces de llamarnos mal agredecidos en momentos en los que decidimos elegirnos a nosotros, cuando entendemos que debemos pensar en nuestro bienestar por encima de todo.
Basta con decir hasta aquí para convertimos en mal agradecidos, y generalmente los que nos llaman así piensan y creen que por el hecho de que nos están dando algo o nos dieron algo significa que tenemos que tolerar faltas de respeto, malos tratos y situaciones tóxicas que ponen en peligro nuestra salud mental y emocional.
Y no, nadie debe quedarse dónde no es feliz, y menos nadie debe pensar que por el hecho de <dar> la otra persona tenga que <aguantar> lo que es inaguantable.
El bienestar emocional es y debe ser siempre un no negociable en la vida de un ser humano, porque la tranquilidad no se compra con dinero y menos se hipoteca para vivir comodamente pero con estrés y sufrimiento.
No te dejes manipular cuando el objeto de tu angustia e intranquilidad que lo único que sabe hacer bien es amargarte la vida te llame mal agradecido el día que tu decides romper el ciclo de toxicidad en el que estabas metido, decidiendo marcar distancia de él por tu bien.
Si fuera el caso contrario, el no dudaría ni un segundo en alejarse de ti sin importarle lo mucho que tu hubieses hecho por él.
Tu equilibrio emocional es tu único objetivo, y, en dónde no puedas encontrarlo, vete, no tienes que quedarte con nadie si no te sientes bien.
El llamarte mal agradecido por escogerte no es más que un vil acto de manipulación, uno que tu no puedes aceptar.
Permítete sentir gratitud en la distancia, no tienes que quedarte en dónde ya no cabes, no tienes que aceptar a quién ya no te complementa y eso no te convierte en ingrato, puede que la otra persona no lo comprenda, pero ese es su problema no el tuyo.
Despídete con gratitud y no mires atrás.