El día de hoy alguien me dijo que los prodigios no existen, que las personas que dan el 120% se queman, que si doy el 120% en un área es porque estoy dando el 80 o el 60% en otra, que si soy responsable de una pata de la mesa y de las otras tres son responsables otros que me ocupe de la que me toca y no me enfoque en las demás, que deje que si la mesa se cae será la responsabilidad de otro no mía.
Confieso que desde hace un tiempo estoy buscando motivos para renunciar a ese cordón umbilical que me mantiene atada a ese sitio del que no me he podido ir, he estado parada frente a la puerta y siempre consigo motivos para quedarme, hoy sentí ganas de salir corriendo y no mirar atrás.
Me encontré sentada en una mesa rodeada de personas, que asentían la cabeza cuando él me decía que no voy a cambiar el mundo, que mi proactividad es incomparable y que va a jugar en mi contra, que me van a salir canas o me voy a enfermar, inclusive, uso el ejemplo de las bolas de goma y las bolas de cristal, concluyendo que tengo que dejar que la mesa se caiga, y sin estresarme, que no de más de lo que me pidan, en ese momento recordé como me marcó en mis tiempos de estudiante la reflexión naranjas para el personal, considerando que soy como Fernando y quien me lo dijo es Luis.
Necesitaba escribir esta reflexión, para decirles que pase lo que pase no sean como Luis, estando ahí, me sentí tan ajena y a la vez tan lejana a esa triste realidad, entendí que por gente así se nos ha ido el país y el mundo está de cabeza, hoy encontré motivos para salirme de ahí.
Soy de las que piensa que Aristoteles tenía razón la excelencia es un hábito, no es un acto, y eso que hacemos repetidamente replica en el entorno, si con algo que yo haga al menos una persona se motiva también a hacerlo significa que lo estoy haciendo bien.
Voy a seguir siendo un quijote, la flor de loto, voy a seguir siendo el cambio que quiero ver en el mundo, esa es la única forma que conozco para vivir, y si seguir siendo yo y respetando mi genuina esencia significa dejar atrás la mesa y seguir adelante, es el riesgo que tengo que correr, porque antes de permitir que la mesa me caiga encima a mi o a los demás prefiero entregarle la antorcha a otro, no puedo llevar sobre mis hombros que pude haber hecho algo y no lo hice porque hacerlo no me tocaba a mi.
La realidad es que sola tampoco lo voy a lograr.
Esto es un desahogo, y debo tomar una decisión, desde mi perspectiva él no tiene razón, pero la equivocada y terca también soy yo porqué sé que ese ya no es mi lugar y es un capítulo que debo cerrar.
La mesa es la analogía del trabajo en equipo, no existen mesas de una pata, ni de dos ni de tres, para que la mesa sea mesa y tenga estabilidad tiene que tener sus cuatro patas fuertes e intactas, la diferencia entre un líder con visión y un mediocre es entenderlo y luchar porque ninguna de las cuatro patas caiga.
También sé que si las 4 patas sirven y el piso es el que está fracturado y lleno de grietas en algun momento las 4 patas de la mesa se van a empezar a tambalear.