Hoy en día en pleno auge del siglo XXI hay quienes confunden estas dos palabras, que ni significan lo mismo ni se escriben igual, por lo que me resulta oportuno hablar un poco sobre ambas, explicando desde mi perspectiva porque estas acepciones son dos ramas de un mismo árbol.
Obviamente, debo empezar por definirlas, para ello consulté fuentes diversas, no obstante, haré un análisis empírico fundamentado en mis vivencias y en los modestos conocimientos que he adquirido en mi recorrido laboral; todo con el objeto de compartirles lo que para mí resulta el meollo de todos los problemas: la falta de sincronía y/o divorcio absoluto entre la actitud y la aptitud.
En ese sentido, muchos hemos aprendido a ver la actitud como la forma en que decidimos afrontar el mundo, es decir, la relacionamos con los comportamientos, por lo que ella nos describe ante los demás y en consecuencia, de ella depende parte de nuestro futuro cercano o lejano, en resumen la actitud está ligada al ser, a la disposición, compromiso y voluntad que le pongamos a nuestros actos.
Ahora bien, por su parte la aptitud es la capacidad que vamos adquiriendo con el tiempo, lo que llamamos desarrollo formativo, el aprendizaje consciente sobre los procesos que vivimos, por lo que se relaciona más con la habilidad para desarrollar cierto tipo de actividades; en función de lo descrito, puedo afirmar que la actitud nos permite determinar la forma como cada uno de nosotros elige ver el mundo, de que manera afrontaremos las situaciones que se nos presenten y por supuesto como las exteriorizaremos, mientras que la aptitud determinará como y con que efectividad las ejecutemos.
Lo anterior, suena muy bien si se analiza en conjunto, sería como tener el equilibrio perfecto entre la pareja; la complejidad surge cuando se tiene desarrollada una más que la otra, sin embargo lo deseable es lograr sincronizarlas a objeto de obtener mejores resultados.
En función de lo anterior, les comento, que muchos han escrito al respecto, evidentemente manejando el tema desde una perspectiva personal, me permito citar a un personaje histórico como Abraham Lincoln, con el cual difiero en su afirmación: la actitud es más valiosa que la aptitud, esto es algo como " No importa si no sabes hacerlo, lo importante es que no dejes de sonreír", sin desmeritar sus valiosos aportes les explico el porqué de mi pensamiento divergente; en mi criterio nada hacemos si somos entusiastas, positivos, alegres, abiertos al cambio pero desconocemos el método y por ende carecemos de las capacidades intelectuales para desempeñar un rol, asimismo, no avanzaríamos mucho si luchamos por convertirnos en sujetos súper dotados pero no cultivamos la paz interior, somos pesimistas, carentes del mínimo tacto para tratar con terceros, manteniendo una comunicación poco asertiva; es decir lo que todos debemos buscar es desarrollar nuestras capacidades intelectuales y nuestra cosmovisión......alimentar el alma y el cerebro en la misma proporción.
De allí que lo ideal es buscar el balance entre ambas para que alcancemos la efectividad; del mismo modo es oportuno acotar que una buena actitud ante la vida aumenta significativamente la posibilidad de incrementar las capacidades intelectuales, ya que para aprender también se necesita de entusiasmo y disposición, así que es momento de evaluarnos y hacer un diagnóstico sobre las protagonistas de mi artículo de hoy, que nos permita detectar si estas se encuentra en desequilibrio o si por el contrario y para nuestra satisfacción están preparadas para ser llamadas: "Actitud y Aptitud" la pareja perfecta.
Quizás dos personas miran el cielo en el mismo momento, una solo ve nubes negras y la otra ve el sol que se oculta detrás de ellas.....
Johana
Depende, de que depende, de según como se mire todo depende......(Extracto. Canción depende -Jarabe de Palo)