Cuando aprendemos a ser pacientes, perseverantes y a tener claridad en lo que queremos lograr la recompensa llega a nuestra vida, no antes ni después, sino en el momento preciso, cuando estemos preparados para lidiar con esa realidad. No es necesario repetir la frase: El tiempo de Dios es perfecto ya que hay quienes no creen, o simplemente profesan otra religión, sin embargo, hay una energía que emana del ser y nos impulsa a hacer algo cuando estamos listos para vivir esa nueva experiencia, ese reto, ese proyecto o lo que sea que queramos hacer. Es decir, Somos nosotros los únicos capaces de saber cuando algo tiene que llegar. La diferencia está en que hay quienes no asumen las riendas y se lo dejan todo al destino, al azar, a la suerte; y aquellos que se preparan cada día en función de sus objetivos y metas para alcanzar lo que quieren que llegue a su vida